La convivencia significa vivir en
armonía de otro u otros. La convivencia sana y pacífica se refiere a la
capacidad de establecer interacciones humanas basadas en el aprecio, el respeto
y la tolerancia, la prevención y atención de conductas de riesgo, el cuidado de
los espacios y bienes colectivos, la reparación del daño y la reinserción
comunitaria. De esta forma, se aspira a que toda persona sea capaz de dar
respuesta a los conflictos que se suscitan dentro del aula y la escuela desde
una vía pacífica y sana, usando el diálogo como herramienta fundamental para
abordar aquellas situaciones de desencuentro entre pares o grupos, así como el
respeto y cumplimiento de las normas.
Las relaciones interpersonales implican
procesos en los que intervienen la comunicación, la reciprocidad, los vínculos
afectivos, la disposición a asumir responsabilidades y el ejercicio de
derechos, factores que influyen en el desarrollo de competencias sociales.
El clima escolar es el resultado de una
buena convivencia en la escuela y en las familias. Lograr un buen clima escolar
supone haber transitado en diversos procesos de socialización y que la función
esencial de la escuela que es la enseñanza, se realiza razonablemente bien y
con regularidad. Algunas variables del clima escolar son: la confianza, la
anticipación de riesgos, las expectativas académicas y la anticipación de la
estabilidad institucional.
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